Shiatsu y emociones
El Shiatsu es una terapia basada en la teoría médica japonesa y china cuyo fin es ayudar a las personas en sus procesos curativos y en su autodesarrollo. Es una terapia holística, que considera los síntomas y las enfermedades como manifestaciones de los desequilibrios y busca resolver las causas que subyacen en estas condiciones, trabajando con la energía de la persona a través del cuerpo, ayudando a liberar bloqueos no solamente físicos, sino también emocionales y mentales.
Existen muchos tipos de shiatsu y de modos de trabajo, pero lo que le caracteriza, como tal, en todos ellos, es el uso de la presión con el dedo pulgar, y luego utilizando múltiples técnicas que existen en el mundo del masaje. Hay enfoques más físicos y otros más energéticos en los que se pueden trabajar con chacras o meridianos, también hay métodos en los que el paciente está siempre pasivo o por el contrario inducir y apoyar en él un determinado movimiento.
Si se usa un enfoque energético podemos hacer uso de la medicina tradicional china (MTC) como soporte teórico para entender de una manera global lo que nos pasa en el cuerpo, en el estado de los meridianos, que está íntimamente relacionado con nuestro estado emocional y mental, incluso espiritual. En definitiva es un modelo que nos ayuda a entender cómo funciona nuestra energía vital para adaptarnos ante las influencias externas (estaciones, hora del día, tiempo climatológico, nuestras relaciones con otras personas, etc), y también ante las influencias internas no tan visibles.
Según la MTC las enfermedades se manifiestan primero a nivel energético y luego a nivel físico. Al trabajar con shiatsu a nivel energético se está actuando como una auténtica y muy efectiva medicina preventiva.
El diagnóstico energético nos dirá qué energías del paciente están más desequilibradas y por lo tanto son unas de las más útiles a trabajar. Si usamos este criterio al recorrer dichos canales nos encontraremos con zonas donde la energía está estancada o por el contrario ausente, manifestándose físicamente como dolor (con o sin realizar presión), falta de sensibilidad, exceso de tensión muscular (contracturas), ausencia de tono muscular, calor o frío, resistencias a la movilización, etc. Al recorrer todo el cuerpo nos encontraremos también con otras zonas que necesiten también manipularse y que no se corresponden a lo aparecido en dicho diagnóstico. También es importante lo que nos cuenta el paciente a la hora de diseñar una sesión.
Si se trabaja con los meridianos, el método de trabajo se suele desarrollar explorando toda la longitud del canal más que en determinados puntos concretos como se hace en acupuntura con las agujas.
Emociones
Según la teoría china de los 5 elementos hay una emoción principal asociada a cada unos de ellos, así la Tierra se asocia con la inseguridad, el Metal con la tristeza, el Agua con el miedo, la Madera con la rabia y el Fuego con la alegría. Un desequilibrio en cualquiera de ellas se puede manifestar como un exceso o como una ausencia de dicha emoción. Por ejemplo, el estar constantemente enfadado o rabioso, o por el contrario no sentir nunca rabia ante ninguna situación. En cualquiera de estos casos trabajando los meridianos de la madera (hígado-vesícula) dejaría de manifestarse dicho problema.
La realidad es mucho más compleja, dinámica y cambiante, todos los elementos influyen en todos, hay interacciones entre distintas emociones, determinados mecanismos de control que influyen en todas las emociones, influencias externas, el cómo tenemos desarrollada nuestra sensibilidad y nuestra conciencia corporal o emocional, etc.
Ciclo de una emoción
Una emoción es una energía que entra en nosotros al igual que cuando tomamos aire al respirar. Para completar el ciclo necesitamos vivirla y devolver parte de dicha energía al exterior como cuando expiramos. Si no la devolvemos al exterior nos empezaremos a cargar internamente de presión y tendremos que emplear energías para contenerla. La vía natural para devolver dicha energía al exterior es mediante su expresión. Una de las partes más importantes de este ciclo es el aprendizaje que obtenemos. Por ejemplo si sentimos rabia nos podría indicar que nos están invadiendo nuestros límites, si hacemos un buen uso, nos empujará a marcar los límites adecuados y hacerlos respetar para que no se vuelva a repetir la situación que lo provocó.
Resistencias
Podemos usar diversos mecanismos defensivos de control o resistencias para no completar dicho ciclo y para ello usamos nuestros meridianos como medios para conseguirlo.
Un resistencia puede ser la desconexión de la situación, no queremos que nos toque, que nos emocione, que nos produzca un cambio interior y optamos por huir de ella. Para tal fin podemos usar el meridiano del intestino grueso o en el caso de un shock el intestino delgado.
Otra resistencia puede ser el no reconocer y aceptar como propia y darle un espacio para vivirla. Aquí la respiración juega un papel muy importante ya que podemos usarla para no sentir plenamente. Si no queremos aceptar dicha emoción, bloqueamos la respiración o la hacemos muy superficial, así conseguiremos que la emoción pierda intensidad pero también información útil de lo que está pasando. A tal fin podemos usar los meridianos de hígado, vesícula y pulmón.
Si nos reprimimos o resistimos a expresar podemos usar los meridianos del corazón, maestro corazón, intestino delgado, triple calentador, intestino grueso, hígado, vesícula, que afectan a los diferentes canales que tenemos para expresar las emociones: el cuerpo, la voz y la mirada.
Finalmente nos quedaría aprender e integrar la experiencia. Aquí de nuevo podemos resistirnos e ignorar la lección, usando nuestros meridianos de corazón e intestino delgado hasta que no lo integremos dentro de nosotros, transformando nuestra forma de pensar y poniendo los medios adecuados y coherentes mediante nuestras acciones.
Estas resistencias las podemos usar de manera puntual, adaptándonos adecuadamente a una determinada situación o de manera crónica, constante y predecible, esta situación de cronicidad es una de las causas que producen desequilibrios en determinados meridianos.
Cuando equilibramos estás energías mediante el masaje, empezamos a sentir cosas diferentes y a tomar conciencia de cómo usamos los mecanismos energéticos para defendernos o adaptarnos, y así poder comparar y decidir usarlos o no, aprendiendo sobre nosotros mismos y cómo nos relacionamos. Al desactivar dichos bloqueos, que son reflejos de nuestras resistencias, sentiremos que tenemos objetivamente más energía y vitalidad.
Conclusión
El shiatsu es un apoyo para aprender a conducir nuestra vida, para despertar nuestra sensibilidad, así tendremos más recursos y más fuerzas para enfrentar los temas pendientes de una manera autónoma.
También ayudará a que al paciente le sea más fácil cambiar hábitos o tomar determinadas decisiones, y a terminar determinados ciclos vivenciales incompletos, pero es éste el que con sus acciones hará que los consolide o no y que encuentre un verdadero equilibrio que siempre es dinámico.
José Antonio Espeso
Ingeniero de telecomunicación, Monitor de meditación y Terapeuta de shiatsu
918041997 – 629270141
Publicado en ESPACIO HUMANO (mayo 2011)
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