Claves para aprender de lo que te pasa

Para muchas personas uno de los sentidos que le dan a su vida es la de una escuela de aprendizaje, en la cual vamos destilando preciosos elementos de conciencia de nuestras experiencias que nos sirven para evolucionar, no caer en la misma piedra y ser felices.

El ciclo de una experiencia

 Según sea la circunstancia le damos una respuesta con nuestro comportamiento, que a su vez está influenciado por nuestro sistema de creencias.

El sistema de creencias es como el software de un ordenador, parte de él puede haber sido incorporado (introyectado) desde el exterior por tu entorno social, o también puede ser creado en base a tus propias vivencias.

Dependiendo de lo rígido que seamos iremos adaptando dichas creencias sobre la marcha o manteniéndolas inamovibles.

Si un determinado tipo de experiencia, por ejemplo nos hace sentir mal, y se repite constantemente, podemos inferir que hay algún tipo de respuesta que no estamos dando adecuadamente, no estamos aprendiendo de lo que nos pasa (como cuando suspendemos en el cole).

 Señales

 Cada experiencia nos da muchas señales y a veces podemos ver solamente un espectro reducido de éstas, es como cuando miramos al cielo, hay estrellas que emiten fuera del rango visible, están ahí, nos influyen, pero no las sentimos con nuestros ojos. Necesitamos un aparato especial que nos permita observarlas, necesitamos desarrollar nuestra sensibilidad.

Hay veces que sí sentimos las señales, nos pueden hacer sentir incómodos, no encajan con nuestro sistema de creencias o no sabemos qué hacer. Entonces hacemos “oídos sordos”, y si somos persistentes a la hora de mirar para otro lado terminaremos por insensibilizarnos. Existirá una falta de información.

Tenemos dos grandes fuentes de señales, unas son nuestros sentidos físicos (aquí incluimos nuestras emociones) y los aspectos mentales (que nos ayudan a recordar, imaginar, predecir y automatizar procesos o comportamientos).

Hay una relación bidireccional entre ambos polos y dependiendo de lo desarrollados que tengamos uno u otro así será nuestro comportamiento.

En ambos planos es importante poder identificar estados (físicos, emocionales, mentales), darle un nombre, un concepto. Para poder establecer relaciones entre dichos estados con las circunstancias, el tiempo o lugar en el que ocurren, etc.

Para ello también es fundamental darle un espacio para que el hecho se pueda sentir con el cuerpo y procesar con la mente. A veces es posible hacerlo en tiempo real, a veces a posteriori. Cuando no se puede realizar en el momento que ocurre creamos una tensión de contención, de esta manera existe el riesgo que cuando acumulamos muchas señales sin resolver nos puede desencadenar un estado genérico de confusión, al no saber discernir entre lo prioritario y lo que no es tanto, actuando de una manera torpe y a destiempo.

El dar un tiempo suficiente para sentir es primordial para enterarnos de la intensidad que tiene, y así poder dar una respuesta adecuada. Si somos extremadamente sensibles probablemente nos desborde la situación haciendo que entremos en un comportamiento defensivo o huidizo (ej. Vulnerables e inestables). Si por el contrario somos insensibles, no nos enteraremos de lo que ocurre (hay una falta de información) y poco a poco incrementaremos nuestra tensión interna bajo una apariencia de estabilidad, que a la larga explotará de alguna manera al producirse algún tipo de agotamiento en los mecanismos de contención.

Si no sabemos dar la respuesta adecuada, podemos empezar a desarrollar nuevas habilidades que se integren en nuestro comportamiento y creencias, produciendo un cambio interno que hará que no atraigamos determinadas experiencias o que ya nos dejen indiferentes. Hemos aprendido algo y se ha consolidado en nuestra memoria celular.

Existe el riesgo de buscar solo sensaciones agradables, cómodas o conocidas que nos limitan el marco de actuación y por ende el aprendizaje.

También podemos usar la experiencia de los demás, el marco teórico que han creado, y comprobar si realmente ocurre lo mismo con nosotros. Iremos más rápido si no tenemos que reinventar la rueda pero con los ojos abiertos para ver si nos es útil o no.

Provocar las situaciones

 Si en las situaciones reales no nos sentimos capaces de enfrentar nuestros pequeños o grandes retos, podemos ir gradualmente adquiriendo habilidades para fortalecernos en un espacio aparte, como hace un piloto de avión, antes de dirigir uno real, ha practicado en un simulador todas las condiciones posibles hasta que se siente cómodo y capaz.

Es importante que sepamos elegir los métodos que barran un espectro amplio de posibilidades y ponerse manos a la obra con una cierta disciplina.

Aun así, hay gente que no lo consigue en tiempo razonable, como si tuviera una carga extra intangible que impida que despegues con dicho sobrepeso, o como si tuvieras una fractura en una pierna que te impide caminar con fluidez.

En estos casos se necesita hilar más fino y muy probablemente cambiar de plano de actuación, conocer algún tipo de mecánica (física o energética) o elemento de diagnóstico. Por más que experimentemos o razonemos, si no identificamos y liberamos dicha carga no despegaremos nunca o será demasiado costoso.

 Mundo emocional

 En nuestras acciones uno de los elementos que más influyen son la carga emocional que llevamos a cuestas fruto de nuestras propias experiencias o de la impregnación que tu entorno familiar o social te ha producido por el hecho de estar inmerso en él.

Esta carga la podemos observar indirectamente reflejada en nuestro cuerpo a través de nuestras tensiones o falta de tono muscular en determinadas zonas.

Según la medicina tradicional china, este tipo de tono moldea el libre flujo del “chi”, y dependiendo de donde escasee o haya un exceso (dónde hay un fractura), tendrá influencia no sólo sobre nuestro estado de salud, sino también sobre muestro mundo emocional, mental, y en general sobre la relación con nuestro entorno.

 Usar todos tus pedales

 Entender que existen múltiples planos, que están íntimamente relacionados como los pedales de una bicicleta, nos da una visión global u holística más real y completa, y nos hace tener más dominio sobre todo lo que nos ocurre. Entendiendo que hay momentos con puntos muertos donde el uso de uno de ellos no tiene influencia sobre el conjunto. El modo en cómo usemos y coordinemos nuestra orquesta interior dependerá de nuestro nivel de conciencia.

Para desarrollarla te recomiendo empezar por el cuerpo para ir desactivando las tensiones permanentes y las corazas que hacen que desperdicies energías cuando no hacen falta, que desarrolles la sensibilidad, el movimiento y la expresión libre. El trabajo corporal y los masajes (shiatsu) que actúen a nivel físico y energético son un elemento fundamental.

Entonces estarás listo para la segunda etapa, donde haremos una descarga emocional asociada a lo acumulado y no resuelto, preferiblemente realizado de una manera individual y usando técnicas adecuadas. Si ésta se realiza, se reflejará en que tu tensión general se reduce de una manera permanente y alcanzaras un mayor equilibrio y fortaleza.

Una vez que hemos realizado una cierta descarga podemos tomar más fácilmente conciencia de cuándo y cómo nos volvemos a cargar. A partir de aquí podemos trabajar con aspectos más mentales, de conducta, creencias, de cómo nos expresamos o relacionamos, etc.

Si aun así queda tensión alrededor de tus ojos, si sigues siendo rígido y previsible, si eres muy dependiente de alguna muleta o técnica, observa si actúas con objetivos meramente materiales y mundanos, o si por otra parte le das una cierta transcendencia a tu vida más allá de tu persona, alineándote con lo que tu alma ha venido a aprender: a amar incondicionalmente, a convertirlo en un estado de tu ser.

Las meditaciones activas te ayudarán a escenificar muchos aspectos: a respetar los ciclos de actividad y descanso, crear espacios para asimilar. Permiten la liberación emocional, a tomar conciencia con lo que cargas, a relacionarte con tu exterior y con tu interior. Si las usas con inteligencia serán mucho más que un elemento de relajación puntual, alcanzarás momentos de silencio auténtico y aprenderás de verdad.

 José Antonio Espeso

Ingeniero de telecomunicación.

Director de la escuela “Shiatsu Masunaga”.

Comments